Andreina Falciano, Hija del Patrocinio de María nos responde hoy a la pregunta realizada por un joven del grupo "Jóvenes Cristianos" de Lucena
Realmente, al leer la pregunta he tenido que guardar silencio y dedicarle un tiempo prolongado para poder contestarla. Es una pregunta compleja y tengo que decir que era algo que no me había cuestionado, puesto que lo he vivido de forma natural en mi ambiente familiar. He escuchado tantas veces a mi madre y a mi abuelo decir: “Vamos a rezar por…” “Pídele a tu tita que rece por nosotros”.
Al querer dar razón y fundamento a mi respuesta, ha sido imposible no pensar en tantos milagros y momentos arrolladores de Jesús que se dieron a través de la intercesión. He recordado y he disfrutado pensando en el relato del paralítico, quien fue llevado en camilla hasta Jesús y, al ver el gentío, los cuatro amigos lo metieron por el tejado y le pidieron que lo hiciese andar. Hay quien dice que en este relato, el milagro se da por la confianza y la petición de aquellos hombres. También pensaba en la resurrección de Lázaro: María completamente abatida le dice “Si hubieses estado aquí…” Hay una petición y una confianza absoluta que luego se cristaliza al escuchar de Jesús: «¡Lázaro, ven afuera!» Jesus iba a enterrar a su amigo, llora y se siente abatido, pero ve tanta fe en esa mujer que eso hace que acontezca el milagro. Y así tantos y tantos episodios donde la petición de uno, regala la sanación a otro.
Me gustaría invitarte a dedicarle un rato a estas escenas. Seguro que pensar en esto te ayudará a encontrar respuesta y a sentir confianza.
¿Que más te puedo decir? Siempre tendremos dudas que la razón no podrá demostrar, como medir el AMOR, por lo que somos capaces de hacer por los demás. ¿Cuál es nuestro límite de amar?... Lo que sí te puedo decir, porque lo creo, es que rezar a corazón abierto puede propiciar sin duda el milagro y la Gracia. Dios conoce mucho mejor que nosotros lo que cada uno necesita, lo que es el verdadero bien para nosotros. A través de la plegaria de intercesión, Él nos da la oportunidad de ejercitar nuestra fe, nuestra confianza, nuestra esperanza, aún sabiendo que los efectos en aquel por quien hemos orado no serán inmediatamente perceptibles y, en la mayoría de los casos, seguramente nunca lo sabremos con certeza.
Dios siempre escucha nuestra oración, pero como Padre que es, a veces nos concede lo que le pedimos y otras veces lo que nos da es lo que necesitamos y no siempre coincide.
Interceder es conmoverse con el otro,
es sentirse arder por dentro,
es un regalo y un compromiso
una manera de caminar con otro,
de sostener, de buscar…
Interceder es mirar a la cara a Dios
para pedirle algo que no es para nosotros,
y esperar sin prisas que acontezca.
Interceder es sorpresa y fiesta,
es amor dado y esperado.
Por eso, tú, adora y confía.
ÉL hará lo demás.
¿Tienes alguna pregunta que quieras hacer?. Puedes realizarla en el siguiente cuestionario, pincha para acceder.